Lucha Indígena 28
En Defensa del Agua y la Vida
Ciris del neoliberalismo || Ecuador rechaza deuda externa || Conflictos mineros || Usurpan nombre de la CCP || Cumbre Macro Sur en Cusco ||
Editorial
La Confederación de Comunidades Afectadas por la Minería (CONACAMI) convocó a la Cumbre del Qollasuyo en Puno, en ella planteó el inicio del levan- tamiento de los pueblos lo que fue aprobado. Posteriormente, el 12 de octubre, en Lima, se realizó la II Cumbre Nacional de los Pueblos llamada por Conacami con la asistencia de la organización amazónica AIDESEP, de la Confederación Campesina del Perú (CCP), de la Confederación Nacional Agraria (CNA) y de otras organizaciones populares. En esa re- unión volvió a aprobarse el levantamiento de los pue- blos y la creación de una opción política propia de las organizaciones indígenas, campesinas y de otras or- ganizaciones populares.
En cumplimiento de esos acuerdo se levantaron los pueblos de Combapata y Sicuani, provincia de Canchis, del departamento de Cusco y también en Puno hubo movimiento.
¿Cuál fue la reacción de Conacami? Emitir un comuni- cado apoyando el levantamiento. Esto descorazonó a los canchinos que pensaban que su levantamiento sería seguido por otras bases del país por lo menos de las dirigidas por Conacami. La verdad es que ni Conacami, ni la CCP, ni la CNA tienen la fuerza necesaria para realizar un levantamien- to.
Consideramos que la vanguardia son las bases que luchan: Canchis, Moquegua, Tacna, los amazónicos que vencieron a García y otras. Es necesario que esos combatientes sean concientes de ello. Todos repetimos la consigna zapatista: “Mandar obe- deciendo”. Pues las llamadas a mandar obedeciendo son las bases que luchan. Deben intercomunicarse en- tre ellas. Son ellas quienes deben tejer las redes de combate, no deben esperar que lo hagan las direccio- nes nacionales pues éstas, por mucha voluntad que pongan, no tienen fuerza para hacerlo solas.
Con el proyecto aprobado por la II Cumbre de los Pue- blos, de constituir una fuerza política propia, también sucede lo mismo. Son las bases que combaten quie- nes enlazándose deben comenzar a construir esa al- ternativa política, en la forma que ellas determinen. Eso es llevar a la práctica el principio de mandar obe- deciendo. Esperar que las direcciones de las organiza- ciones lo hagan es pretender usar los métodos verticalistas de los opresores, de arriba para abajo. El nuestro es el método contrario, de abajo para arriba.